Mobirise


La lección de Stewart


Stewart jamás me cayó bien.

De hecho hasta el día de hoy… tampoco lo hace.

De hacía varios días que cada vez que se topaba conmigo no hacía más que alardear de su entrenamiento militarizado y su posición como federal de alto rango, solía verme con malos ojos ya que yo llegué a trabajar para el gobierno saltándome varios protocolos que él si tuvo que soportar, y solía vilipendiar mi trabajo y mi experiencia en Raccoon City.

-Así que otro accidente idiota del tipo “Raccoon City”, ¿eh?- comentaba Stewart mientras nos dirigíamos de forma urgente a un foco de infección ubicado en un laboratorio privado.- Los idiotas nunca faltan… ¡sobran!

Yo no hacia caso a sus indirectas, solo mantenía mi mirada fija al piso y a mis botas, mientras el vaivén de la camioneta nos empujaba de un lado a otro. Llegamos al lugar del accidente bacteriológico a eso de la medianoche, bajamos rápidamente de la camioneta y Stewart comenzó a dar órdenes… a pesar de estar al tanto de que yo estaba a cargo de la misión.

-Bien, gente… quiero nombres, hagan una lista de los funcionarios involucrados en este desastre y me la entregan.- decía en voz alta mientras los demás nos preocupábamos de ponernos las máscaras respiradoras y escafandras militares.

Cuando ya habíamos terminado de equiparnos me dirigí al grupo.

-Señores, quiero que me pongan mucha atención…- dije mientras enseñaba un pequeño aparato cilíndrico con una luz láser.- este nuevo dispositivo se llama “virus-sonda”, acercan el extremo del rayo láser a los ojos de cualquier cadáver y si la luz reflejada en su pupila es azul, quiere decir que no se encuentra infectado y es un cadáver normal. Ahora, si la luz reflejada es roja… eso nos dice que el cadáver ya ha sido infectado y en cosa de minutos es probable que se levante para atacar, por lo que no duden en asegurar su supervivencia haciendo uso de sus armas de fuego…

-Jaja, ¿alguien llamó al “capitán obvio”?- dijo de pronto Stewart en tono de burla.

-Hago el alcance porque la munición es poca y no podemos ir disparando a cada cadáver, porque adentro deben haber decenas.- dije ignorando por completo el sarcasmo de Stewart.- Entramos, echamos una mirada por si hay sobrevivientes que hayan logrado usar máscaras de gas, obtenemos las muestras de este nuevo virus y nos vamos, ¿comprendido?

En fin, entramos a concretar la misión que se nos había encomendado desde “arriba” y todo iba relativamente perfecto hasta que Stewart comenzó a abrir la boca. Sus chistes, sus mofas, sus opiniones sobre que este era un trabajo de “niñas” que los zombies son poca cosa, que él estuvo en cosas mas terribles y mucho peores, que esto era un pic-nic, etc. todo eso me lo iba diciendo a mí, todo lo decía para que yo lo escuchara… el muy maldito estaba esperando que le apuntara con mi arma o le golpeara para acusarme al tribunal federal, sin embargo, mientras examinaba con mi “virus-sonda” al cadáver de una mujer… se me ocurrió una idea.

-Bien, al parecer el laboratorio no tiene peligro de infectados, recojamos muestras de virus y larguémonos.- le dije al grupo.

-Pppfff… y pensar que hay quienes ganan un muy buen salario por hacer este tipo de cosas.- arremetió nuevamente Stewart con una indirecta.- trabajar con zombies es lo más fácil del mundo, son como perros a quienes hay que darle una buena tunda.

De pronto, y mientras continuaba con su antipático monólogo, a sus espaldas comenzaba a levantarse el cadáver de la mujer a la que yo había revisado, pero que había dejado “pasar”. Los demás oficiales se miraron intranquilos, pero yo les hice una disimulada seña para que no hicieran nada. Sin mayor aviso, el zombie se abalanzó sobre Stewart de forma salvaje, le hizo caer al suelo.

-¡¡Aghhhh!!, ¡mierdaa!, ¡ayúdenme!- gritaba Stewart a través de su mascara respiradora mientras forcejeaba en el suelo.

Hice una nueva seña a los demás para que no hicieran absolutamente nada, yo me acerqué un par de pasos a Stewart.

-Usa tu arma…- le dije.

Me hizo caso, pero el zombie apenas vio que alzaba su pistola le dio un duro golpe que la aventó lejos, luego comenzó a rasgar la escafandra militar del pobre Stew…

-¡Kennedy! ¡¿Qué haces ahí parado!?, ¡ayúdame!- me gritaba desde el suelo mientras el infectado mordía su máscara a punto de hacerla pedazos.

-¿Necesitas ayuda?, pues ¿no dijiste que los zombies no son más que unos perros?, vamos, defiéndete… - le dije de forma tranquila mientras caminaba hasta pararme justo atrás de la infectada.

-¡¡Agh!!, ¡estás loco!, ¡te voy a reportar!- continuaba gritándome desde el suelo mientras luchaba por su vida.

-A esto me tuve que enfrentar en Raccoon city, y no solo yo… sino también varias personas a algunas de las cuales estimo mucho.- comencé a decir mientras desenfundaba mi arma con toda la calma del mundo.- Entonces, ahora te veo, a ti, que nunca has salido de tu maldito escritorio allá en la casa blanca, hablando idioteces sobre cosas que nunca has vivido… y ni siquiera te puedes sacar a un zombie de encima, pues, no sé si reírme o ponerme a llorar por ti, Stew.

-¡Kennedy!, ¡haz algo maldita sea!- gritó de pronto lleno de desesperación.

-¿Porqué?, ¿Por qué este estúpido perro te va a morder?, no deberías sentir miedo, Stew. ¿O quizás si lo debas tener?… aún vas a estar vivo para cuando te haya comido por la mitad. Luego quizás desees estar muerto, pero… lo más probable es que termines como uno de ellos… babeando y oliendo feo.- le dije, y me agaché junto a él.- Quiero que mires a los ojos de quien está a punto de comerte, de este zombie,… que descifres que fue una persona normal, que alguna vez fue como tú, o como yo… así que espero que hayas aprendido la lección y tengas un poquitito más de respeto, ¿bien?

Acto seguido cogí a la mujer infectada por el cuello y la aventé hacia atrás, Stewie se paró de un salto y huyó corriendo abriéndose paso entre los demás oficiales quienes permanecían en silencio y atónitos.

Levanté mi pistola y apunté justo en medio de los ojos blancos de la mujer infectada, ella me miró con odio… dedicándome un último gran gruñido, y yo simplemente jalé el gatillo.







Esa noche dormí como un bebé, creo que hoy será igual.

LEON S. KENNEDY, 23:58 P.M.

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